El sábado tuve el gusto de participar en un taller que ofrecieron Emilia Giaileola y Alan Robinson en el marco del IIIº Encuentro Internacional de Arte y Salud que ha tenido lugar entre el 9 y el 15 de Noviembre, organizado por al Filial de Tucumán de la Asociación Argentina de Arteterapia.
La propuesta del taller me pareció maravillosa. Si te pica la curiosidad, en este enlace tienes info para el próximo seminario que ofrecen el 21 de Noviembre. Os animo muchísimo a participar!!
Emilia y Alan nos invitaron a escribir nuestra propia historia clínica de la manera más patologizante posible.
Os comparto mi obra:

El texto en general es una parodia que exalta varios aspectos de mi personalidad, como que tengo algunas manías (que no hacen daño a nadie, pero provocan muchas burlas), que a veces no comprendo la forma de hacer las cosas de otras personas, que a menudo tengo tal torrente de ideas que no puedo dormir y que cuando me pasa eso, tengo mis estrategias. Todo eso, puede exagerarse y patologizarse. Después de escribirlo, me di cuenta que podía ser interesante analizarlo un poco más.
“El sujeto” un lenguaje que me hace rechinar los dientes. Primero porque se puede usar para mi, mujer. Segundo porque proviene de la idea de algo agarrado, sin agencia, que no puede escapar, que depende. Y tercero porque me remite a un ser que está siendo observado como si de un objeto se tratara, por ese otro alguien que sabe, que tiene legitimidad para hablar.
“Su creencia sin duda errónea” A menudo, en mi vida profesional, me he encontrado que falta escucha, muchísima, a las personas. Esto ocurre en lo más cotidiano y literal; desde consultas médicas con un tiempo escasísimo, a escalas de valoración*, pasando por no dar valor o directamente no creer lo que la persona dice. Pero también ocurre en el ámbito de lo formal, investigaciones que excluyen en todos y cada una de sus fases a las personas a quienes afectan los fenómeno de estudio.
Esto ocurre muy especialmente en colectivos que no pueden adaptarse a las herramientas de investigación habituales, porque parece ser que son las personas las que deben encajar con las herramientas y no al revés (esto me lo conozco de cerca tras la experiencia del máster de investigación, os lo cuento otro día) Personas que pasan así, a ser “objetos” de estudio.
*(Respecto a las escalas, he trabajado durante años como terapeuta ocupacional en el ámbito de las personas mayores, en la realidad de los centros no se pasa NI UNA SOLA prueba en la que la persona opine sobre su estado, ni siquiera escalas autoaministradas, aunque las evalúen otras personas)
La falta de sujeto enunciador. Es decir, ¿Quién habla? Aunque los informes, los estudios, los dictámenes, estén escritos por alguien que luego firma, esta forma de enunciar “se destaca, se dice, se observa” obvia a este sujeto enunciador, lo invisibiliza, incluso lo protege diría. Este lenguaje es habitual en la ciencia y da transmite objetividad, porque no es que lo diga yo, es que “se ha demostrado”.
A parte de eso hago un guiño a las pseudoterapias, que mira que nos empeñamos en intentar mejora la vida de la gente, con lo bien que lo hacen las pastillas!
Tras el ejercicio, compartíamos con el grupo como el humor fue un recurso que la mayoría utilizamos, y que si bien al principio fue agradable, más tarde empezó a saborearse un poco amargo, incómodo. Qué interesante cómo puede el humor llevarnos a lugares de reflexión, de crítica. Decía Alan “El humor se ríe del poder y por eso genera incomodidad”
Hablando del poder, yo aportaba la urgente necesidad de ser conscientes del poder que tenemos cuando escribimos sobre alguien, especialmente cuando mandamos nuestros informes a otras profesionales, a instituciones, entidades… El poder que tienen las palabras y el poder que tienen los diagnósticos. Aunque no sean oficiales. Ciertas cosas, dependiendo quien las diga, ya se asumen como verdad.
Comentamos también sobre los lugares de enunciación, físicos y simbólicos, lo cual me remite a los conocimientos situados que os hablaba en el post anterior. Qué importante saber desde dónde entiendes el mundo, hablas y compartes. Cuales son tus privilegios, de qué altavoces dispones.
Total, que un gusto de ratito de sábado. Un taller posicionado políticamente, arriesgado, valiente. No siempre se encuentran, así que desde aquí, mi humilde posición de obsesiva, agradezco de corazón!